Debian GNU/Linux, Linux Mint y otras yerbas…

Hace un par de semanas reinstalé el sistema operativo de la notebook, una Samsung NP300E5C, con 4Gb de RAM. Tenía instalado Linux Mint 18 Cinnamon, pero me estaba dando problemas con los gráficos, probablemente por instalar distintos entornos y desinstalarlos incorrectamente.

Como a muchos de los que usan GNU/Linux, probar e instalar cosas nuevas, se me da bastante bien, y cuando «rompo» algo, reinstalo sin más inconvenientes. Después de 10 años usando este sistema, es algo relativamente sencillo de hacer y uno se va curtiendo a la hora de particionar y mantener la información importante a resguardo.
En fin, que me decidí a instalar Debian, una de las distribuciones pioneras, madre de Ubuntu y otros derivados.
Enamorado es el adjetivo que mejor aplica para describir mi relación actual con Debian y KDE 4.14, el entorno gráfico en el que corre.
Voy acostumbrándome a nuevas aplicaciones y funciones relacionadas con la seguridad y la privacidad, dos temas que se han vuelto sumamente importantes para mí, básicamente porque elijo que mis actividades, mis comunicaciones, mis búsquedas y todo lo que hago en la computadora y en el teléfono, no sean espiadas ni que las empresas como Google o Facebook utilicen esa información para sus negocios. Las mismas razones por las que no uso ningún producto de Microsoft. Esto será tema de alguna publicación en breve, si logro administrar más eficientemente los tiempos que requieren la crianza, la casa y mis actividades personales.
Debian GNU/Linux en el portátil y, de momento, Linux Mint 18 en la pc de escritorio porque es la que comparto más con mi compañera y es más amigable para ella, es decir, para usuarios que sólo necesitan hacer clic y que los programas básicos corran, que haya una barra inferior, un menú de aplicaciones visible y que pueda acceder a internet.
Dos enlaces muy interesantes para entender mejor de qué va esto de GNU/Linux y animarse a probar y dar el salto a un mundo increíblemente más grande y libre que el que proponen Windows, Google, Facebook o Apple.
Actualización
Agrego un nuevo enlace más específico sobre Debian:

A la huelga, a la huelga…

Mientras en Uruguay la huelga, que es una poderosa herramienta colectiva ciudadana y especialmente de los trabajadores, se emplea como recurso recurrente y básicamente ante cualquier reclamo (lo que muestra también falta de creatividad para la resolución de conflictos, ya que es un instrumento de última instancia) en Argentina se la utiliza con bastante poca frecuencia y en los últimos años como método de presión política de intereses particulares más que colectivos.

A ambos lados del Río de la Plata, están los que dicen que «la política es una mierda» y votan, es decir, eligen, desde la fantasía de que trabajan y «progresan» por su esfuerzo individual. Es la actitud ignorante que los emparenta con aquellos que dicen que «la ciencia es una mierda» porque comprender y saber es contrario al acto de fe y a la elección de creer. Sigue leyendo

Abrazame Hasta Que Vuelva Cristina

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Pintada en Rosario, Prov de Santa Fe.

Anoche soñé con CFK.

No soy de las personas que extrañan. Pero de un tiempo a esta parte, la vengo pasando mal viendo cómo mi país, el país que era antes de partir, a través del actual Gobierno, se perfila inexorablemente al tacho.

Supongo que es esta especie de angustia la que se coló en mis sueños.

En fin…

Detectando a un ignorante

Con el derecho a opinar libremente lo que uno quiera viene la responsabilidad de explicitar los fundamentos de esa opinión.

Detectando a un ignorante:
El que ante la insistencia para que fundamente lo que está diciendo, cierra la posibilidad de conversación con un: «Y, bueno, cada cual tiene derecho a opinar lo que quiera», o el que recurre a la figura de los Nazis para descalificar la seguridad que el otro tiene en sus fundamentaciones.

Sondeos

En unas horas dejaré de trabajar en Sondeos.

No recuerdo cuándo empecé. Dice el recibo de sueldo que en julio de 2012  y debo darle crédito, porque no guardo registro en mi memoria de esto. Pero sí recuerdo con bastante claridad cuando escuché a Rubén Ward presentarse en las oficinas de la empresa para la que trabajábamos. Fue claro y concreto respecto de qué necesitaba la nueva empresa que él mismo representaba y dirigía, y para qué. Elegí casi de inmediato trabajar en ese proyecto con él. En mi experiencia laboral, de 23 años hasta ese momento, eso era muy poco común. Sigue leyendo